Al noroeste del centro histórico, el palacio de Nymphenburg convierte al distrito de Neuhausen-Nymphenburg en uno de los más visitados de Múnich. No obstante, hay muchas cosas que hacer en la zona además de pasarse por la famosa residencia veraniega.
Es inevitable: para la inmensa mayoría de los viajeros Nymphenburg es sinónimo del palacio de verano del mismo nombre, gigantesco parque incluido, de la familia Wittelsbach. Y punto. No obstante, el distrito muniqués que lo alberga, Neuhausen-Nymphenburg, esconde además tranquilos vecindarios llenos de palacetes del siglo XIX, así como algún sorprendente ejemplo de arquitectura vanguardista y, por supuesto, un par de jardines de cerveza que los aficionados a la materia no deberían de perderse.
Se trata en realidad de varios barrios agrupados todos en un distrito, todos similares pero todos diferentes. Parecidos porque tanto Neuhausen como Nymphenburg son espacios especialmente tranquilos donde se respira un aire familiar y el contacto con la naturaleza en pleno centro urbano resulta tarea sencilla. Parecidos por la existencia de palacetes y arboledas. Pero claramente diferentes, pues donde en Neuhausen abundan los cafés, en Nymphenburg escasea la actividad comercial, sustituida directamente por algunas de las villas más exclusivas de Múnich –es uno de los barrios más caros–. Nada que ver, por supuesto, con las zonas obreras de los confines, en Hirschgarten al sur o la Dachauer Strasse al norte, ni tampoco con las urbanizaciones de aire bohemio de Gern.
Con estos mimbres, propongo un paseo asequible de unos 5 kilómetros que intenta recoger lo esencial de Neuhausen-Nymphenburg, empezando en Rotkreuzplatz y acabando en el biergarten de Taxisgarten.
Rotkreuzplatz, donde encontramos una clínica del mismo nombre (de la Cruz Roja), ejerce de principal centro neurálgico del distrito. Es un lugar ideal para empezar la caminata, siendo parada de líneas de metro, tranvía o autobús como es. Los U1 y U7 llegan desde el centro cada 5 o 10 minutos, mientras que el tranvía 12 viene desde el parque olímpico.
Los que van directos a Nymphenburg desde el centro, no obstante, no pasan por el lugar, pues los tranvías 16 y 17 que se toman en la estación central de trenes van directos a Romanplatz sorteando esta plaza.
Además de ser nudo de comunicaciones, se trata de una placeta muy agradable repleta de cafés, una fantástica cervecería de barrio y alguna heladería mítica, caso de Sarcletti. El jueves es, junto al sábado, el mejor día de visita, pues es el día del mercado en la plaza, frente a la galería comercial.
Una vez empapados del ambiente local, podemos salir hacia el palacio siguiendo la Nymphenburger Strasse, hasta llegar a la Lachnerstrasse. Aquí, o en la Roman, conviene torcer a la izquierda si queremos visitar la curiosa Iglesia del Sagrado Corazón (Herz-Jesu-Kirche). Radicalmente diferente, hablamos de una iglesia contemporánea de planta rectangular cuyo interior diáfano y su fachada de vidrio no dejan indiferente a nadie. Sus puertas, por cierto, son las más grandes que se han colocado nunca en un templo.
Vista la parroquia, católica, podemos seguir por la Romastrasse o por la paralela, Prinzstrasse, donde las mansiones impecables conviven con otras en horas bajas y consulados internacionales. Al final de la calle alcanzamos la Romanplatz, a las puertas mismas del palacio de Nymphenburg.
Desde allí hay que caminar otros 500 metros siguiendo las indicaciones, o bien el canal, que nos conducen directamente al mencionado palacio. Una vez allí, la visita nos puede llevar 30 minutos o medio día, en función de si se hace un recorrido exterior o interior, de si se pasea por los jardines o no, etcétera.
Hay que tener en cuenta que, además de la edificación principal de estilo barroco (s.XVII), el complejo alberga el museo de porcelana y una colección de carruajes, así como un gigantesco parque de estilo inglés salpicado de estanques, parterres y pabellones otrora pertenecientes a la realeza bávara.
En el marco del parque se halla además el jardín botánico muniqués y un museo para toda la familia, de ciencias naturales: el Museum Mensch und Natur.
Terminada la visita al recinto, una buena idea es seguir paseando junto al canal homónimo, donde nos cruzamos con deportistas locales, familias arrastrando carros y mayores que disfrutan de una jubilación dorada.
En caso de adentrarnos en la Tizianstrasse, calle paralela a la Nördliche Auffahrtsallee (la avenida que acompaña el canal por su cara norte), nos sorprenden las estilosas casas de Gern. Este barrio, que un día fue colonia de artistas y bohemios, es hoy un cotizado vecindario de casas unifamiliares de estilo jugendstil copado por millonarios de buen gusto.
Precisamente la Tizianstrasse, caminando en sentido contrario al palacio, nos conduce directos al Taxisgarten, fantástica parada final del recorrido, en caso de llevarlo a cabo en un apacible día soleado (y que no sea especialmente frío). El Taxisgarten es un tranquilo jardín de cerveza rodeado por castaños en el que hay además una zona de juegos para los más pequeños.
Fuera de ruta
Más allá del alcance de la ruta, otros elementos curiosos del distrito son el grupo de casas de Borstei, unos 1.500 metros al norte de Gern (en la confluencia con la Dachauer Strasse y Moosach), o bien el Hirschgarten al sur, junto a las vías de tren que llegan desde Hauptbahnhof. Este jardín acoge el biergarten más grande de Europa, ideal para tardes cálidas tardes de verano.
Los amigos de la arquitectura y el diseño sabrán apreciar también las tres paradas de metro de la U1 en el tramo que nos ocupa: Gern, Westfriedhof y Georg-Brauchle-Ring, especialmente la segunda.