Si Baviera tuviera una salida al mar, esa sería Lindau, majestuosamente asentada en una isla del lago Constanza. Puerto lacustre, plaza romana y antigua ciudad imperial hasta su integración en Baviera en 1806, es además una encantadora ciudad recreativa.
En los confines del land, la ciudad de Lindau (25 000 habitantes) es la puerta de entrada por el norte y desde Baviera al lago de Constanza, el tercer lago más grande de Europa central (536 km²), territorio de frontera entre Austria, Suiza y Alemania, a través de los estados federados de Baviera y Baden-Wurtemberg.
Se ubica a 180 km de Múnich, lo que, bajo mi punto de vista, también representa ”la frontera” (distancia máxima) de cara a realizar una excursión de día con origen y final en la capital bávara. Para ser honestos, dada la variada oferta cultural, gastronómica, lúdica o de ocio deportivo que ofrece la zona del lago de Constanza, Lindau sería todavía mejor para establecer una base de cara a una escapada de varios días.
Al margen de su desarrollo industrial, de su otrora actividad pesquera o de su intensa producción agrícola gracias a un clima relativamente benigno (fresas, manzanas, peras, cerezas…), Lindau tiene mucho que ofrecerle al viajero. De hecho, se trata de una importante plaza para el turismo local.
La ciudad histórica, asentada en una pequeña isla a escasos metros de la ribera norte del lago, es un magnífico lugar para pasear, comer y alojarse. También un fantástico punto para embarcarse en el Bodensee, nombre germano del lago.
Su retícula de callejuelas empedradas ofrece algunas vías peatonales salpicadas de edificios de origen medieval o estética renacentista. Los encontramos, por ejemplo, en las calles de Maximilian o Ludwig. Entre una y otra se halla el Altes Rathaus (Antiguo Ayuntamiento), un palacio de origen gótico cuya fachada está totalmente ornamentada.
En la plaza del mercado encontramos el Museo de la Ciudad, la llamada Casa Cavazzen. Se trata de una casa barroca que nos recuerda la importancia del comercio en esta antigua Ciudad Imperial, que solo fue incorporada al Reino de Baviera en el marco de las Guerras Napoleónicas. De hecho, Napoleón abolió sus privilegios para entregar la ciudad a Austria, decidiendo los austriacos una cesión a Baviera en 1806.
Siguiendo con una posible visita, no hay que dejar de visitar las tres iglesias históricas que permanecen en la isla: San Esteban (origen gótico, protestante); catedral de Nuestra Señora (Münster Unserer Liben Frau, barroquizada), y San Pedro (origen románico). Las dos primeras se ubican frente al museo local, mientras que la tercera está en el extremo occidental, no lejos de la estación de trenes.
Sobre la estación de trenes, cabe destacar la llegada del tren a la isla ya a mediados del siglo XIX. Es un magnífico medio de transporte para entrar y salir de Lindau en dirección a Múnich, aunque el viaje puede hacerse algo pesado (2,5 horas aprox.). Dado que los trenes son regionales, sirve la oferta del Bayern Ticket.
También a mediados del siglo XIX, en el año 1856, se construyó el actual puerto de Lindau, en tiempos del rey Maximiliano II. Característicos son su faro y su león de grandes dimensiones (representa la monarquía bávara) que presiden los accesos al puerto.
En el paseo “marítimo” se concentran los mejores hoteles y cafés, además de unos baños lacustres ideales para los días cálidos de verano. También la Mangturm, antigua torre de control previa al puerto actual, así como el embarcadero comercial a otros puntos del lago de Constanza.
Escapada de varios días
Un día seguramente sea suficiente para disfrutar de Lindau, pero no hay que olvidar que esta es solo la punta del iceberg en un lago inmenso cuyas aguas bañan diferentes estados. Solo en la cara norte, hay decenas de pueblos a pocos kilómetros que merecen un paseo, por no hablar de las sinuosas carreteras de ribera, entre manzanos y viñedos. Se pueden recorrer en coche, en barco, o en bici.
Entre los pueblos más bonitos del extremo septentrional seguramente haya que situar a Meersburg, ya en Baden-Wurtemberg. Se trata de una villa de cuento protegida por un castillo y enclavada entre un promontorio y el lago.
También es especialmente curioso el museo de los palafitos, construcciones de madera sobre el agua que en el caso del Lago de Constanza están presentes desde la Edad de Bronce. El Museo de los Palafitos en Unteruhldingen da buena cuenta de ello. Los palafitos de la zona son Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
En la cara sur los atractivos son tantos que necesitaríamos casi una semana para disfrutar de todos. De entrada, la ciudad histórica de Constanza merece un día completo, si bien en sus inmediaciones encontramos Mainau, la llamada Isla de las Flores, o la isla eclesiástica de Reichenau.
En territorio suizo, en las inmediaciones del lago, tenemos San Galo, Stein am Rhein o las cataratas del Rin. Como se aprecia, muchas alternativas de visita que únicamente son viables en caso de disponer de mucho tiempo.
Llegar a Lindau desde Múnich
Por carretera, hay que seguir la autopista A96 en dirección a la propia Lindau, pasando antes por Memmingen. Son unos 180 km de carretera, que se traducen en unas 2 a 2,5 horas según el tráfico. Aquí la ruta en Google Maps.
En ferrocarril, se puede tomar un tren regional directo desde la Estación Central de Trenes. La frecuencia de servicios directos es de varias veces al día, si bien es posible tomar otros trenes, en dirección a la región de Allgäu, con transbordo. Para saber en qué punto transbordar (Kaufbeuren, Kempten…) hay que preguntar en Información de la estación, o al revisor, ya en el mismo tren.
Más información
Web de Turismo de Lindau (en alemán e inglés): www.lindau.de