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Leyendas urbanas: el ángel de la Hofräuhaus

La ciudad de Múnich es conocida mundialmente por ser la sede oficial del festival de cerveza más grande y famoso del mundo: el Oktoberfest, que data del 1810. Por lo tanto, es de público conocimiento el amor que le tienen los muniqueses a su propia cerveza y cómo ésta no puede faltar en cada reunión familiar, laboral o con amigos. Tanto es así que la literatura popular bávara aloja la historia de un “ángel” (en nuestra cultura sería más un espíritu o fantasma) que habita en la casa cervecera más famosa de toda Alemania: la Staatliches Hofbräuhaus en el centro histórico de Múnich.

La Hofbräuhaus, un templo en Múnich. /@alinagenesio

Su nombre es Aloisius. La historia cuenta que cuando falleció por trabajar demasiado duro, subió al cielo. Allí se encontró con que no existía la cerveza, lo que le produjo desesperación y mucho estrés (a nivel alemán 😉 ). Pero luego, el gobierno de la ciudad de Múnich necesitaba un consejo celestial y lo seleccionaron para el trabajo. Fue enviado a ayudar, pero no pudo con sus genes y se desvió hacia la Hofbräuhaus, donde aún se lo puede ver (si eres muy afortunado, supersticioso o te has bebido unas cuántas cervezas 😉 ) con una mass (jarra de cerveza de 1 litro) en la mano. Pareciera ser que, desafortunadamente, los funcionarios del Gobierno local todavía están esperando la inspiración divina.

Esa última frase le valió a Ludwig Thoma, el autor de la historia (Ein Münchner im Himmel; Un muniqués en el cielo), un llamado de atención y una multa. Hay quienes creen que la historia, que data de 1911, aún tiene validez hoy, a fines de 2018; pero eso da para otro artículo.

Ein Münchner im Himmel, de Ludwig Thoma ./WEB

Thoma fue un autor, publicista y editor bávaro que vivió entre 1867 y 1921. Trabajó para la famosa revista Simplicissimus y se hizo famoso por tratar con un guiño de complicidad el cliché de los típicos bávaros. Dicho sea de paso, vale mencionar a su pueblo de nacimiento, Oberammergau, un imperdible turístico al sur de Múnich en los Alpes de Baviera. Allí es posible encontrar la casa donde nació, decorada en su fachada con imágenes costumbristas bávaras bajo la técnica de lüftlmalerei que, junto con la representación de la pasión de Cristo cada 10 años, hacen del pueblo un punto turístico importante de la zona de Garmish-Partenkirchen.

Casa de nacimiento de Lodwig Thoma en Oberammergau. /@aligenesio

Para acabar, reproducimos sintéticamente la historia original de Un muniqués en el cielo, traducida al español por mí con perdón de los traductores oficiales:

Alois Hingerl, portero Nro 172 en la Estación Central de Múnich, trabajó tan enérgicamente que un día cayó rendido y falleció.

Entonces, dos pequeños ángeles lo llevaron, con un poco de dificultad, hasta el cielo donde San Pedro le dio la bienvenida y le dijo que desde ahora su nombre sería Ángel Aloisius.

Se presentó ante él con un arpa y le informó sobre las reglas del cielo:

“… desde las ocho de la mañana hasta las doce del mediodía cantarás el Hallelujah, y desde las doce del mediodía hasta las ocho de la noche contarás Hosanna … ¨, exclamó San Pedro.

“Entonces – hmmmm- bien, y ¿cuándo tendré algo de beber?”, preguntó Aloisius, algo ansioso.

“Recibirás tu Maná en dos ocasiones.”, respondió San Pedro algo molesto y se fue.

“Ffffffhhh!”, protestó Aloisius para sí mismo y exclamó: “¡pensé que no se trabajaba en el cielo!”. Se sentó en una nube y empezó a cantar el Hallelujah tal como le habían dicho.

Su canto era tan alto y reflejaba tanto su enojo y frustración que despertó a Dios que estaba durmiendo su habitual siesta en la habitación contigua.

“¿De dónde viene todo ese ruido?!!!!, vociferó Dios. San Pedro llegó corriendo y ambos escucharon el escandaloso canto del Ángel Aloisius.

San Pedro se apresuró y presentó a Aloisius al Señor.

El Señor lo miró detenidamente por un largo rato y luego dijo: “Oh, ya veo… ¡un ángel de Múnich!, justo lo que pensaba. Ahora, dime Aloisius, ¿de qué va todo este lamento?”.

Eso era exactamente lo que Aloisius estaba esperando. Estaba tan furioso que empezó a vociferar: “¡No me gustan estas cosas! ¡No me gusta tener alas! ¡No quiero cantar Hosanna! ¡No me gusta beber Maná, yo solo quiero cerveza! Y que quede claro una cosa, ¡no me gusta cantar!”.

“San Pedro…”, dijo el Señor, “…esto no tiene arreglo. Pero tengo una idea: deberíamos emplearlo como mensajero del cielo para enviar consejos divinos al Gobierno bávaro. Entonces, él podría volar a Múnich una vez a la semana y su alma podrá, finalmente, descansar en paz”.

Cuando Aloisius escuchó esto, se puso muy contento.

Al poco tiempo, recibió su primer trabajo de entrega, una carta, y bajó a la tierra. Una vez más, sintió el suelo de Múnich bajo sus pies. Para él, ese era el verdadero cielo. Siguiendo sus hábitos, se fue inmediatamente a la Hofbräuhaus y encontró su sitio de siempre vacío y esperando por él.

La buena de Kathy, la camarera, aún trabajaba allí así que le ordenó una mass. Lo que ocurrió es que se olvidó de la carta y de su trabajo y pidió otra mass, y otra, y otra… y así es como aún está sentado allí tomando cerveza.

Esa es la verdadera razón por la cual el Gobierno bávaro aún no ha recibido los debidos consejos celestiales.

Ilustración de la historia de Aloisius y la Hofbräuhaus. /@aligenesio

Si te ha gustado la historia y te ha dado curiosidad, puedes visitar la Hofräuhaus en el centro histórico de Múnich para tomarte una, dos o más cervezas a ver si te encuentras con Aloisius. Para conocer más sobre la historia de Hofräuhaus, puedes consultar nuestro post en Muniqueando.

También puedes encontrar a Aloisius, en época del Oktoberfest, colgado en el centro de la Hofbräu-Festzelt con capacidad para 10.000 personas.

Carpa de HB en Oktoberfest, con Aloisius. /@aligenesio

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