En una isla del lago más grade de Baviera, se encuentra el último de los palacios construidos por Luis II, más conocido entre los turistas como El rey loco.
El palacio se llama Herrenchiemsee, denominación que se compone por el nombre de la isla Herreninsel (isla de los hombres) y el del lago, Chiemsee. Se trata de una copia del famosísimo palacio de Versalles, construido en el siglo XVII por Luis IV de Francia.
¿Quién era Luis II de Baviera?
Creativo, soñador, pacifista y sensible, Luis II fue mucho más que un rey loco. Nació en Múnich en 1845 y a sus jóvenes 18 años de edad se convirtió en el rey de Baviera. Las decisiones que sus padres tomaron durante su etapa de crecimiento, hicieron que Luis fuese en un niño introvertido y solitario que luego se convertiría en un adulto con importantes problemas para relacionarse con los demás y con una noción un poco distorsionada de la realidad.
Habiendo incumplido con todo lo que se espera de un rey y multiplicando en gran escala sus gastos y sus gustos ostentosos, algunos miembros de su familia junto con los ministros de Baviera, lograron sacarlo del trono declarándolo incapacitado para gobernar. Pocos días después, a sus 40 años, se encuentra su cuerpo flotando en el lago de Starnberg. La única teoría oficial de ese entonces y que se mantiene hasta la actualidad es la del suicido. Sin embargo, aún siguen circulando otras hipótesis sobre su dudosa muerte de la que nunca tendremos certezas.
Este rey de cuento de hadas, deja como legado tres grandes construcciones que llegó a ejecutar en sus últimos años de vida: Neuschwanstein (conocido también como el castillo de Disney), Linderhof (un monumento a Luis XIV de Francia en medio del bosque) y Herrenchiemsee (conocido como la copia de Versalles en medio de una isla).
En este último, se encuentra el único museo existente de Luis II donde se exhiben piezas y objetos relacionados con su vida y obra.
Herrenchiemsee
El palacio se encuentra en una de las islas del lago de Chiem, conocido como el mar de Baviera por sus 80 km2 de superficie. Las islas más importantes son: la Fraueninsel (isla de las mujeres) y la Herreninsel (isla de los hombres).
En la isla de las mujeres se encuentra un convento benedictino que fue construido en el siglo VIII y que aún se encuentra activo. Allí es posible probar el licor y el mazapán que elaboran las monjas. Además de algunos hospedajes, posee unos parajes de cuento de hadas a donde se puede almorzar comida bávara y también degustar la cerveza de la isla.
En la isla de los hombres, donde está el palacio de Herrenchiemsee, también se encuentra lo que se cree que es una de las primeras fundaciones conventuales de Baviera del siglo VII. En la actualidad, se trata de un museo en el cual se puede visitar la sala en donde en 1948 se firmaron las bases de lo que luego sería la constitución de la República Federal de Alemania.
El lago de Chiem es uno de los destinos favoritos de los bávaros durante la temporada de verano. Los días de sol, aquellos que viven en los pueblos o ciudades de la zona, se acercan hasta el lago para rentar un bote (o se traen el suyo), nadar o simplemente pasar el día en la orilla disfrutando de unas horas de relax. Lejos de la masificación turística que tiene la zona más cercana de los Alpes Bávaros (Neuschwanstein), Chiemsee es visitada en su mayoría por turismo local. Es posible ver a los grupos de señoras paseando con su dirndl (vestido tradicional) y a los hombres con sus lederhosen (pantalones de cuero) y sombreros de fieltro.
El palacio
“Cierre la compra inmediatamente, el terreno parece ser adecuado. Luis”. Con este telegrama dirigido al consejero de la corte, el rey Luis II ejecuta la compra de Herreninsel en septiembre de 1873. A partir de ese entonces, mandó a acondicionar las habitaciones del monasterio presente en la isla para que sirviesen de vivienda y espacios de trabajo.
Las obras se detuvieron trece años después a causa de la muerte del rey. Ese mismo año (1886) el palacio, sin terminar, se abrió al público a modo de museo.
A poco más de un siglo de estos acontecimientos, es posible realizar una visita guiada por el interior del palacio inspirado en Versalles y recorrer sus jardines y sus fuentes que recuerdan al Palacio Real de la Granja de San Idelfonso.
La fuente de Latona, la mesa mágica y la gran sala de los espejos (más grande que la de Versalles), son solo algunos de los atractivos que hacen valer desde el primer momento la visita al palacio.
Así como Luis II es mucho más que “el rey loco”, la visita a Herrenchiemse es mucho más que la visita a una copia de Versalles; es un paseo en un tren histórico del siglo XIX, un recorrido en ferry por las islas y caminatas por bosques y prados que podrán encajar perfectamente en la película Sonrisas y lágrimas (o, La novicia rebelde, en Latinoamérica). También es la oportunidad de conocer los paisajes autóctonos de Baviera y disfrutarlos de la misma manera que lo hace la gente local.
Más información:
www.herrenchiemsee.de
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