Son las seis de la tarde de un jueves soleado de marzo. Nada hace presagiar en Múnich, tan tranquila como de costumbre, lo que se cuece en algunas de sus cervecerías. Entre ellas, la enorme casa de Paulaner en Nockherberg, con biergarten y salón para fiestas incluido.
Al bajarnos del metro en la estación de Kolumbusplatz sobran las indicaciones. Basta con seguir el goteo constante de chicos y chicas ataviados con sus trajes tradicionales de Baviera, para dar con lo que se ha venido a buscar: la Starkbierfest.
Tras callejear por el apacible barrio de Haidhausen, con la única orientación de los Dirndl y Lederhosen, de repente aparece en la lejanía el sonido de la música tradicional de la Fiesta de la Cerveza.
Sí, nos adentramos en la fiesta cervecera de Múnich durante la Cuaresma, una versión reducida y relativamente local del multitudinario Oktoberfest.
Previo pago de un par de euros por el ticket de entrada al recinto y otros nueve por el primer litro de Salvator, la cerveza de doble malta que se fabrica para la temporada, nos adentramos sin posibilidad de retorno en la Starkbierfest.
Como en las mejores verbenas, en la gran sala suena la música ligera y sobra el buen humor. A veces incluso en demasía, con cientos de bávaros y bávaras al límite de sus posibilidades, bailando sobre sus alargadas mesas.
Desde el suelo, el recién llegado mira la escena todavía distante. Pero es solo cuestión de tiempo, el que se necesita para dar los primeros sorbos en la jarra de porcelana, a esa cerveza más bien tostada con un regusto ligeramente dulzón.
Entonces nos abrimos paso lentamente entre la muchedumbre y nos sumamos a los brindis colectivos, para terminar, como todos los demás, subidos sobre nuestros propios asientos.
Es cuando la Starkbier atrapa de lleno y uno recuerda lo que dijo una vez el bávaro: tan sabrosa como peligrosa, esta cerveza de primavera se bebe con cautela o uno puede terminar arrepintiéndose. Dicho de otra forma, la primera es imprescindible, la segunda puede ser divertida… la tercera puede cavar nuestra tumba.
Si estáis en Múnich durante la Cuaresma, mejor que no os lo cuenten.
Para descubrir el Starkbierfest
Aunque existen otros lugares en los que se celebra, el de Nockherberg seguramente sea el más popular para vivir una tarde de Starkbierfest. Cuenta con un soleado biergarten y un enorme salón cubierto, en el que tocan música en directo entre las 16 horas y las 23 horas, cuando termina la fiesta.
El festival se prolonga unas semanas durante la Cuaresma, este año entre el 9 y el 25 de marzo en Nockherberg. Se pagan dos euros por la entrada durante el día, o bien once en fines de semana durante la tarde y noche. En este caso, se incluye el primer litro de cerveza.
La fiesta empieza a las 14 horas y termina a las 23, aunque sábados y domingos abren a las 11 de la mañana.
Para llegar en transporte público: U-Bahn líneas U1 (Kolumbusplatz) y U2 (Silberhornstrasse); Tram 25 (Ostfriedhof) y 27 (Schwanseestrasse); Bus 52 (Mariahilfplatz).
Podéis encontrar más información sobre esta celebración, también sobre otras cervecerías que la vivan, en el post de Muniqueando La otra fiesta de la cerveza.